Dario Urzay

 
Nace en Bilbao el 13 de diciembre de 1958.
Estudia Bellas Artes en la Universidad del Pais Vasco. Consigue la licenciatura en 1982. Desde 1983 a 1987 imparte la enseñanza como profesor en la misma universidad.
En 1987 reside un año en Londres invitado por la Fundación Delfina Studios. Viajará posteriormente a Nueva York ciudad en la que durante nueve años, alternará su actividad con Bilbao.
En 1983 obtiene el premio Gure Artea, En el 2005 su trabajo es reconocido con el Premio Nacional de Arte Gráfico y el Excellence Work Award en la Bienal de Beijing.
Importantes colecciones cuentan con obras de Urzay en sus fondos. Cabría destacar el Museo Guggenheim Bilbao, el Centro Nacional Museo Reina Sofía en Madrid, La Deutsche Bank Collection de Londres, el Museo Patio Herreriano de Valladolid o el museo ARTIUM entre otras.

Las obras de Dario Urzay muestran que el arte debe actuar en un mundo abierto, no excluyente, un mundo de cambios y simbiosis continuas, donde la poética personal y la observación  se retroalimentan para inducir nuevas formas de conocimiento y comunicación.
Sus obras son hibridaciones complejas. Mostradas estilísticamente en un formato de aspecto abstracto, construyen un territorio imaginario, inventado a partir de metáforas, en el que no hay voluntad de correspondencia con una verdad externa.
Utiliza un lenguaje propio, gestado y madurado durante tres décadas, que no es concebido ni como rmedio, ni como expresión interior  sino simplemente como una herramienta de adecuación al entorno de un momento que le ha tocado vivir.
El proyecto del artista incluye cualquier manera eficaz de generar nuevas configuraciones del mundo a través de la experiencia con el arte. Pero no de una manera aislada, ni autorreferencial, sino conectada con el total del conocimiento humano. La geografía, la biología, la química, la programación informática y la iconografía aplicada, pueden ser algunas de sus fuentes de trabajo. La contemporaneidad de sus pinturas ofrecen buen ejemplo de ello.
En el mundo de Urzay cualquier escenario humano es susceptible de intervención artística, porque nada debe escapar al análisis de la belleza o de sus reversos. Su investigación obsesiva de procedimientos técnicos, desde los más tradicionales con pigmentos y aglutinantes hasta la manipulación digital de grabaciones audiovisuales y la interacción con públicos en escenarios específicos, muestran una permanente inquietud donde nada queda concluido, nada es definitivo.

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